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Una mirada psicoanalítica de la salud en tiempos de violencia social

Por: Ingrid Flores




La violencia política en el Perú ha estado presente durante varios años. No sería exagerado decir que la violencia hace parte de la memoria colectiva de todos los peruanos (Alejo, et. al 2007).


Actualmente, se están reviviendo viejos tiempos de violencia política, y así, en muchos de nuestros compatriotas, recuerdos, sentimientos e incluso experiencias traumáticas que aún prevalecen en la memoria colectiva. Un tipo de violencia que nos muestra niveles inimaginables de sufrimiento que provoca el desgarro de subjetividades, y que en consecuencia de ello sigue dejando una profunda huella sobre la psique de los individuos, las relaciones sociales y la salud mental.


En este sentido, Freud en su libro “Malestar en la cultura” (1930) menciona que, ante la violencia, el sujeto puede insensibilizarse, aturdirse, abandonar cualquier expectativa e incluso reprimirse y aislarse de los demás. Es por ello que, ofrecer una mirada psicoanalítica, tomando en consideración el impacto de la violencia política en lo intrapsíquico, lo intersubjetivo y lo social permitirá ofrecer un sentido de conciencia colectiva de los efectos adversos que se dan en este contexto y marcan nuestra vulnerabilidad. Así, surge la pregunta: ¿cómo se está estructurando la mente de las personas alrededor de la violencia en nuestro país?


Es así que, contemplando los últimos sucesos en nuestro país, surge en cada uno de nosotros una valoración personal que fortalece la justificación social o el rechazo de estos actos. Freud (1920) lo denominó pulsiones de vida y muerte; teniendo como objetivo la primera de ellas, preservar la vida y a la unión de un ser humano con otro; en cambio la pulsión de muerte, incita a destruir y atentar contra nuestros vínculos, sobre todo contra nosotros mismos. En relación a ello, en el contexto social actual, la postura de vida implicaría buscar puntos de encuentro, espacios de diálogo, formas de integrarnos como peruanos y crear una identidad nacional en conjunto.


Por otro lado, encontramos la pulsión de muerte ejercida, donde al observar actos de violencia, ya no hay sorpresa ni indignación. Es el reflejo de un panorama de desolación, una actitud resignada, tal vez incluso carente de interés ante la decadencia social. En este sentido, la violencia se ha convertido en algo cotidiano, debilitando la empatía y el aprecio por la vida misma. Pareciera que, en la polarización, hay una incapacidad de reconocer al otro y, en esa línea, de conectar y relacionarnos como compatriotas.

Sin embargo, y desafortunadamente por la posición política que cada uno mantiene, nos hemos olvidado de una consecuencia importante. Y es que, durante los tiempos de violencia política, incluso aún si hay ausencia de agresiones físicas, generan secuelas, daño emocional, dejando huellas en nuestra psique, a nivel individual y colectivo. Situación que también se puede agravar si no hemos recibido atención psicológica inmediata o posterior, incrementando nuestra vulnerabilidad mental y emocional.


En este sentido, desde una mirada psicoanalítica, los eventos traumáticos instauran una nueva experiencia social, en la medida en que irrumpen en los vínculos (Arias, 2013). Esto debido a que, nos encontramos en un contexto angustiante donde hay una amenaza y un terror constante de perder la vida. Según Freud (1896), el trauma es una tensión que desborda nuestras herramientas emocionales ante una experiencia violenta que, al haber excedido nuestra capacidad de comprensión, no se puede procesar, por lo que aparecen síntomas como mecanismos de defensa para que este evento o escena traumática se reprima. Sin embargo, Freud nos advierte que en el síntoma quedan huellas de tal experiencia (recuerdos).


En suma, es innegable que nuestro país está lleno de cicatrices que aún están a flor de piel. Es por ello que reflexionar sobre el momento histórico que estamos viviendo y pensar sobre cómo afecta directa o indirectamente en nuestro bienestar tanto individual como colectivo es esencial.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

Aguiar, E. (2008). Psicoanálisis en la sociedad actual: violencias y abusos laborales. Psicología para América latina, (15), 0-0.

Arias López, B. E. (2013). Salud mental y violencia política. Atender al enfermo psiquiátrico o reconocer al sujeto de la micropolítica. Revista colombiana de psiquiatría, 42(3), 276-282.

CINEP, Justicia y Paz. (1996). Panorama de derechos humanos y violencia política en Colombia (Noche y Niebla No. 1). Bogotá, Colombia: CINEP.

Freud, S. (1896/2002). “Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa” en Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Freud, S. (1930). El malestar en la cultura, Obras Completas. Buenos Aires Argentina: Amorrortu.

Freud, S. Inhibición, síntoma y angustia. In: FREUD, S. Obras completas , vol. XX. José L. Etcheverry (Trad.). Buenos Aires: Amorrortu , 1984e. p. 71-164.

Hernández Valderrama, L. (2019). Violencia y psicoanálisis: una escritura de nuestro tiempo. Revista Electrónica de Psicología Iztacala, 22(3).

Martín-Baró, I. (1984). Guerra y salud mental. Univ. Centroamericano José Simeon Canas.



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