Por: Silvana Vargas
La violencia escolar es una realidad presente en millones de escuelas hoy en día y ha ido adquiriendo importancia debido al alto riesgo de sus consecuencias a nivel individual y social. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, 2019) estima que en promedio, 246 millones de niños y adolescentes pueden ser víctimas de violencia escolar. Estas cifras resultan alarmantes y nos permiten reflexionar sobre la importancia de hablar con nuestros hijos sobre la violencia en el ambiente escolar.
Primero, es importante que conozcamos la definición de violencia escolar. Desde la perspectiva psicológica se define como “cualquier tipo de violencia interpersonal que emerge en el ámbito escolar y que impide el pleno derecho a la educación y la posibilidad de desarrollo social y personal” (Tello, 2015). Si bien es cierto, la violencia escolar se da mayormente entre compañeros de aula, también puede darse por parte de profesores u otros miembros del personal educativo. Cabe resaltar que cualquier acto violento dentro del ambiente educativo tiene repercusiones negativas considerables en el rendimiento escolar, en la salud mental y en la calidad de vida de la víctima. De igual manera, va a limitar la capacidad de desarrollo y el acceso a aprendizaje inclusivo, sano y desarrollo social de los niños y jóvenes.
No podemos hablar de violencia escolar de forma aislada de la violencia general presente en la sociedad, pues existen factores familiares, comunitarios o culturales que van a influir en el desarrollo de la violencia en los colegios. Por ejemplo, la ausencia de límites en los niños y adolescentes, la falta de educación emocional, la exposición frecuente y normalización de la violencia en la sociedad y en la familia, ausencia de afectividad parental, la escasa comunicación familiar y la participación en grupos de riesgo como pandillas, entre otros. La UNESCO (2019) afirma que los motivos más comunes de violencia escolar se deben a discriminación racial, socioeconómica y diferencias de género. Del mismo modo, determina tres tipos más comunes de violencia en las escuelas:
Hostigamiento escolar: Se refiere a todo tipo de maltrato físico o verbal (burlas, insultos, golpes, amenazas) que se da de manera reiterada.
Exclusión: Se da cuando un grupo de alumnos “hace a un lado o aísla” a una sola víctima. Actúan como si la víctima no existiera.
Ciber acoso: Uso de medios digitales (redes sociales, mensajes, vídeos o fotos) para acosar, maltratar, atacar o divulgar información sobre una víctima.
El aula escolar es un espacio muy importante dentro del desarrollo de los niños y adolescentes, pues es ahí en dónde van a ir construyendo su propia identidad, a través de aprendizaje, juego, valores y descubrimientos (Crespo, Romero, Martínez & Musitu, 2017). De igual forma, los maestros van a cumplir un rol indispensable en el desarrollo escolar de nuestros niños, pues son ellos los que acompañan el trabajo de los padres. Por ello, es importante que los maestros estén capacitados para intervenir de manera inmediata en casos de violencia escolar. La intervención temprana en casos de violencia en las escuelas va a impedir que se agraven las consecuencias en las víctimas y que se puedan emplear estrategias de solución tanto para la víctima como el agresor. Los padres deben garantizar a sus hijos el cuidado necesario y confianza suficiente para que sus hijos eviten verse envueltos en situaciones de violencia escolar. Algunos de las herramientas que pueden emplear son:
Relación afectiva y sólida entre padres e hijos
Estar atento a las necesidades de seguridad y autonomía de los hijos
Comunicación entre padres e hijos que permita la confianza
Hacerle saber a nuestros hijos que estamos disponibles para ellos
Poner límites claros y justos que puedan ser comprendidos por nuestros hijos
Desarrollar capacidad de empatía y asertividad
Si bien, la violencia en el ámbito escolar es un problema que requiere de cambios a sociales, institucionales o de sistemas más grandes al familiar, los padres tienen un papel muy importante en la prevención de la violencia escolar. Las investigaciones afirman que la comunicación familiar y el afecto de los padres disminuye la probabilidad de que los niños o adolescentes adopten comportamientos violentos. De igual manera, fortalecen la capacidad de los niños y jóvenes para empatizar y comprender al otro (Garcés, Santoya & Jimenez, 2020). Los maestros acompañan esta labor permitiendo que los alumnos tengan capacidades para resolver conflictos y que puedan introyectar valores y normas sociales. Por otro lado, es interesante reconocer que a pesar de la situación actual que atraviesan los colegios a causa del COVID 19 y la suspensión de clases presenciales, se sigan dando casos de hostigamiento o acoso entre los alumnos. Esto nos lleva a pensar que la violencia escolar no sólo se da en los espacios físicos, sino que trasciende a los espacios virtuales, de modo que nos permite seguir buscando alternativas para que la violencia en las escuelas se reduzca.
REFERENCIAS
Crespo, S. , Romero, Ana., Martínez, B. & Musitu, G. (2017). Variables psicosociales y violencia escolar en la adolescencia. Psychosocial Intervention, 26(2), 125-130.
Garcés, M., Santoya, Y. & Jiménez, J. (2020). Influencia de la comunicación familiar y pedagógica en la violencia escolar. Revista científica de Educomunicación 28(63), 77-86.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). (2019). Acoso y violencia escolar. España: UNESCO.
Tello, N. (2015). La socialización de la violencia en las escuelas secundarias: Proceso funcional a la descomposición social. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 10(27), 1165-1181.
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