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Masculinidad Frágil

Por Vittorio Arrese


El mes pasado se viralizó una noticia, en donde se muestran diversas fotografías de profesores dictando clases en faldas, a lo largo de España. Todo esto comenzó cuando dos profesores de Valladolid acudieron con la prenda de vestir en cuestión, en señal de apoyo a uno de sus alumnos. El cual además de sufrir bullying de parte de sus compañeros, fue expulsado del colegio al que asistía y enviado a un psicólogo, por el simple hecho de haberse presentado usando una falda. Todo este evento, me lleva a pensar ¿qué tan frágil es la masculinidad? Y ¿acaso la ropa tiene género?


Me parece propicio comenzar definiendo qué es la fragilidad masculina. Dentro de la cultura de machismo donde nos vemos inmersos, se ha encontrado que se espera que los hombres ratifiquen su masculinidad constantemente. La fragilidad masculina se refiere a la ansiedad que pueden sentir los hombres, al pensar que se quedan cortos al cumplir los estándares de masculinidad o al realizar algunas acciones en donde ponen en riesgo su masculinidad.


“Los hombres no lloran”, es una frase que todos conocemos y es un claro ejemplo, de cómo a través de una cultura machista, estamos definiendo constantemente como debe o no debe actuar un hombre. Le estamos enseñando a los más pequeños que deben suprimir sus emociones, no enseñarlas y no vivirlas a flor de piel. Otras frases comunes, podrían ser: “los hombre no tienen miedo”, “no te portes como una niñita”, “eso es gay”, “el hombre tiene que proteger a la mujer”, “el hombre es el proveedor”, “las mujeres cocinan y los hombres juegan deportes”, etc. Son estos discursos machistas, los cuales alimentan una masculinidad frágil. Ya que, buscan generar una diferencia entre los comportamientos y actitudes, masculinas y las consideradas femeninas o homosexuales.


¿Qué efectos tiene esto en los futuros hombres que estamos criando? Estos mensajes que estamos dando, generan hombres frágiles. Los cuales sienten una predominante necesidad de reafirmar que no son gays o afeminados. Dicha necesidad es tan descomunal, que en Estados Unidos se popularizó la frase “no homo”; la cual en español vendría a ser no soy gay. Dicha frase es usada después de haber dicho algo, que creas que se pueda mal interpretar como homosexual o femenino. Como, por ejemplo, cuando quieres felicitar a un amigo por su atuendo o por lo bien que se ve. En dicho caso se emplearía de la siguiente manera: Qué bien te queda esa camisa, “no homo”.


A mi parecer es de vital importancia darles un buen ejemplo a nuestros hijos. Los hombres también lloran, no a todos los hombres les gustan los deportes, está bien ser hombre y que te guste cocinar. No es justo para nadie decirle que para ser masculino tiene que rechazar ciertas actitudes o formas de ser que nosotros o la sociedad consideramos femeninas. Ya que esto puede generar malestar emocional, el cual se puede ir agravando con el paso del tiempo.


Si regresamos al ejemplo, de que a los niños se les enseña a no llorar, que los hombres son fuertes, etc. Me parece valioso cuestionarnos, cuantos hombres sufren en silencio, porque no se sienten lo suficientemente seguros para hablar de sus emociones o inseguridades con alguien más. Todos tenemos el derecho de expresar nuestra identidad como deseemos. Usar falda o pantalón, no nos va a volver mágicamente más o menos hombre, como poder expresar lo que sentimos o realizar una actividad como cocinar o tejer, tampoco debería tener un efecto en la percepción de nuestra masculinidad. Por último, me gustaría invitar a todo aquel que haya leído esto a cuestionar el guión que nos enseña de qué es la masculinidad y cómo se debería expresar esta.


1 Comment


En Venezuela esto se ve mucho, por lo visto en este país impera la masculinidad frágil. Si un hombre demuestra actitudes "femeninas" o "de gays" empieza el "¡Aaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyy!" y la discriminación. En efecto, en Venezuela ser homosexual aunque no es ilegal (como sí lo es en Guyana, en África o el Medio Oriente) es muy mal visto y es objeto de burlas, rechazo y discriminación. Tanto así que a los adolescentes varones, sus padres los llevan a "estrenarse" sexualmente en los burdeles para "probar su hombría". Y esto muchas madres lo ven como algo "machista".

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