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LOS SILENCIOS EN LA FAMILIA

Por: Samir Chahua




La vida siempre está acompañada de diferentes sucesos o experiencias inesperadas, en ciertas ocasiones nos producen emociones intensas, agradables y otras que quisiéramos no haberlas experimentado. Ahí es importante pensar acerca de ¿qué hay de aquello que quisiéramos olvidar?, y también es preguntarse si ¿podemos olvidar totalmente algo?. La respuesta es infinita y a la vez no se sabe con exactitud. Pero tal vez, pensando y sintiendo podemos tener una propia respuesta, porque nuestra experiencia o recuerdo es único e importante, a diferencia de las otras personas.

Creo que se podría nombrar como silencio hacia aquello que no deseamos en nuestra mente, ya que esa palabra refiere al significado de haber algo en el interior de la persona, pero que no lo puede expresar o un límite que corta al intentar expulsarlo. Es entonces, que se puede afirmar que hay un silencio en la mente, un silencio propio y un silencio que aguarda algo importante.

Ahora bien, ¿qué nos lleva al silencio?, puede ser el suceso como tal, algo realmente doloroso y horrible, que el solo hecho de pensarlo cambia nuestra visión de la vida o nuestra emoción. También, puede ser la relación del suceso con otras personas, como nuestra familia, que no se puede hablar de ello por la afectación que ha causado o por el despertar de un llanto inconsolable. Y en ocasiones son ambos aspectos, el suceso, la experiencia individual y la experiencia familiar.

Y si nos centramos en ambos aspectos, la familia al comprenderse como un núcleo principal de la formación individual y grupal de las personas que la conforman, un suceso puede ser como el contagio de una gripe, en donde inicia con alguien y se piensa que no afectará a nadie más o la famosa frase ya se le pasará. Pero sin percatarse, la gripe se ha expandido y ha afectado más de lo que se pensaba. El suceso tiene ese mismo matiz, por ejemplo, cuando fallece un familiar, la experiencia del duelo lo atraviesa cada integrante de forma particular, y en ocasiones se considera al tiempo como el curador de todo mal, pero en verdad, es que no desean hablar de ello, lo tanto que afecta por temor a recordar el hecho o para no afectar a los demás.

De esa manera se instala el silencio familiar, cada integrante hace ese esfuerzo imposible de luchar y encerrar cada día ese dolor insoportable que lastima una y otra vez. Del mismo modo, otro silencio es el olvido de las experiencias de la infancia, por ejemplo, cuando el padre o madre de la familia de pequeño ha presenciado momentos dolorosos de violencia, en ocasiones actúan como padres fuertes, como si nada les afectara, pero en verdad, hay ese silencio de no mostrar aquella emoción de dolor por los hechos vividos y porque consideran que de esa manera enseñan a los hijos a ser fuertes.

Igualmente, hay diferentes situaciones que se viven en la familia, como el intento de suicidio de un integrante, las peleas, las infidelidades en los padres o hasta hechos vergonzosos que conllevan a no volver a dialogarlas. A veces se considera como códigos familiares y se piensa que de esa manera se podrá olvidar el suceso y la familia continuará como si no hubiese pasado nada. Sin embargo, el silencio puede ser un limitador del hecho, pero al mismo tiempo se convierte en algo que ronda como un fantasma en la mente de la familia, trata de surgir por diferentes lados, pero es retenido. Y así, la familia por fuera se encuentra bien y por dentro hay cosas que angustian.

A modo de conclusión, el silencio de la familia es también el silencio personal y cada suceso que se vive en un integrante de la familia también afecta a los demás. Y el dolor que se siente a veces es silenciado por proteger a las personas que amamos, pero al mismo tiempo es contener algo que pulsa constantemente, que duele cada vez más. Ante ello, es preguntarse: ¿qué deberíamos hacer con el silencio?


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