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LA ESPERA. ANTES DEL DUELO

Por: Massah Lúcar


Espera, proceso del cuerpo, cuidado paliativo, cuidado final, calidad de vida, son algunas frases que aparecen en momentos difíciles que no sabemos cómo lidiar. Pero, ¿qué esperar? ¿Cómo esperar? ¿cómo hacer si no queremos esperar?


Muchas veces hemos pasado por una situación dolorosa donde nos anticipan o sabemos que una persona está muy grave o muy próxima a morir. A veces, nos sentimos confundidos, nos vemos invadidos por la angustia y no sabemos cómo afrontarlo.


Aparentemente todas estas frases nos sugieren una idea de cuidado. ¿Pero cómo es ese cuidado? ¿Es el cuidado de nosotros?, ¿el familiar?, ¿el del paciente?, O ¿el de todos juntos? ¿Cómo cuidar en ese momento, si uno se siente abrumado en esa situación?


Qué difícil es cuidar cuando la mirada está puesta en un cuerpo que no sana. Que a pesar de que uno quiere una mejoría no se logra. Tal vez, el cuidado podría estar presente en el reconocimiento, en el agradecer, en el sostener, en el de sentirse sostenido, en el sentirse acompañado, cuidado, valorado, amado, mirado.


Este parece ser un espacio incierto y tal vez desconocido para todos. La espera podría ser vivida entonces como una situación oscilante entre lo concreto de aceptar el deterioro del cuerpo y deseo inmenso de querer que no se concrete la separación.


Poner palabra en estos momentos es muy difícil por que tal vez hay mucho por hablar. Hay mucho que se quedó en proceso. Hay mucho que no se terminó. Hay mucho que no se conversó porque todavía había tiempo.


Y hablando del tiempo, tal vez el inicio de este proceso de espera, es cuando uno se da cuenta que no hay mucho tiempo.


Pensaba, también, en los que tienen que esperar a distancia o los que no pueden verbalizar estando cerca. No siempre uno puede hablar en el momento. A veces uno puede reconstruir, elaborar y simbolizar mucho después.


También la espera nos puede paralizar. A algunos nos aleja más. No podemos estar cerca. Necesitamos esperar de lejos. Todos podemos esperar de manera distinta. A veces antes de esperar preferimos huir, pero en la huida también esperamos.


¿Y si pensáramos que el tiempo no es finito, que el tiempo no le pertenece solamente a la persona que vamos a dejar. Que esa persona tiene su propio tiempo. Si no,también que el tiempo continua en nuestro tiempo de pensar y sentir sobre esta situación tan dolorosa?

Todos esperamos como podemos, a nuestra manera, y nos preparamos para el inicio del duelo.


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