Por Luis Espil
La empatía es una habilidad y competencia que nos permite entender y compartir los sentimientos de los otros, su forma de pensar, sin juzgar ni tener que estar de acuerdo con la otra persona. De acuerdo a ello, esta competencia se desarrolla cuando combinamos, a nivel intelectual, la escucha activa, a nivel emocional, la comprensión y a nivel conductual, la asertividad. La persona que es empática desarrolla la capacidad intelectual de vivenciar la manera en que siente la otra persona, lo que le facilita la comprensión del porqué de su comportamiento y le faculta para mantener un diálogo con el otro con un estilo de interacción positivo para ambos, respetando lo que piensa y siente cada uno y buscando acuerdos de mutuo beneficio (Balart, 2013).
Asimismo, el término empatía se utiliza para describir una amplia gama de experiencias. Distintos investigadores en la emoción, generalmente la definen, como la capacidad de sentir emociones de otras personas, junto con la capacidad de imaginar lo que otra persona podría estar pensando o sintiendo, sin críticas ni prejuicios. Es importante poder poner en práctica esta habilidad a través de la promoción de la inclusión y evitar la indiferencia entre las personas del entorno, el entendimiento y respeto de las necesidades y los sentimientos de otras personas, esfuerzo por entender los sentimientos, actitudes y circunstancias que afectan a otros, actuar y reaccionar teniendo en cuenta los sentimientos y sus necesidades, comprender, y, finalmente, actuar adecuadamente frente a nuestras emociones y a las de los demás.
Por otro lado, los investigadores contemporáneos a menudo distinguen entre tres tipos de empatía. Primero, la empatía afectiva, permite conectar con otras personas hasta el punto de sentir, lo mismo que están sintiendo y experimentar en nuestro cuerpo un eco de cualquier alegría o tristeza que estén experimentando. Segundo, empatía cognitiva, permite asumir la perspectiva de otras personas, entender su estado mental y gestionar, al mismo tiempo, nuestras emociones, mientras valoramos las suyas. Finalmente, la preocupación empática, activa nuestro modo de acción para ocuparnos de los demás y ayudarles, en el caso que sea necesario. Esto deriva en una actitud compasiva, asentada en una combinación del afecto y apego.
Para concluir, la empatía es una habilidad poderosa para fomentar la inclusión y la cultura de paz en la familia y en la sociedad en general, especialmente porque ayuda a que las personas comprendan mejor las necesidades y circunstancias de los otros. La empatía contribuye a mejorar las relaciones sociales y aceptar que todos somos diferentes, y que son esas diferencias las que nos enriquecen.
Referencias:
Balart, M. (2013). La empatía: La clave para conectar con los demás. Recuperado de: https://www.gref.org/nuevo/articulos/art_250513.pdf
Unicef (2009). Seamos amigos en la escuela: Una guía para promover la empatía y la inclusión. Recuperado de: https://www.unicef.org/ecuador/media/3886/file/Ecuador_guia_inclusion_empatia.pdf.pdf
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