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ENTRE SILENCIOS Y RECUERDOS

Por: Ingrid Flores



La muerte. Tiempo incierto. Palabra estremecedora cuando la pensamos, que nos deja sin aliento y nos paraliza el corazón. Pero, ¿Qué ocurre cuando está palabra se hace realidad? ¿Qué pasa cuando perdemos a alguien que amamos?

A veces, la vida nos lleva por caminos inesperados, y sin previo aviso, nos enfrentamos al profundo dolor de perder a alguien que queremos. Es como si el mundo se sumergiera en un silencio abrumador, se paraliza y todo se vuelve sombrío, oscuro, opaco, sin vida.

No hay palabras suficientes para describir lo que genera una pérdida, ni generalizar en ellas. Cada corazón vive su duelo y lo expresa como le plazca. La muerte es un océano de sentimientos encontrados. A algunos les duele, a otros los entumece o, también, los enfurece. Pero, cuando la soledad nos abraza, llegamos a nuestro hogar, miramos a nuestro alrededor, es ahí donde el alma se quiebra con más fuerza. Es ahí donde vemos el silencio de los recuerdos.

Y, en esos recuerdos, revivimos los momentos compartidos; los buenos, los malos, los que hubiéramos querido que fueran diferente, los que hubiéramos querido que nunca se acabarán y los que hubiéramos querido vivir. Ahora el eco de su voz resuena en cada rincón, el estallido de su risa aún se escucha, su olor aún se mantiene, aunque, el cuarto está vacío, la ropa está sin su calor y su presencia ya no ilumina la casa. Todo ello se vuelve testigo de su ausencia.

Pero, en medio de este torbellino de emociones, los encontramos. Aunque ya no estén aquí físicamente, su presencia sí lo está, en cada recuerdo que compartimos. Y, lo único que nunca se irá, será el amor que les tuvimos. La vida puede ser efímera e incierta, pero el amor .., el amor es eterno. Y así, entre el silencio y recuerdos, seguimos caminando, seguimos viviendo, sabiendo que, algún día, en algún lugar, nos reencontraremos.


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