Por: Samir Chahua
En las primeras horas de la mañana, observaba a través de mi ventana a una pareja de ancianos, una pareja bastante alegre, siempre tomados de la mano y en ciertos momentos expresaban una mirada que decía te quiero, sin mencionar palabras. Me parecía que ambos habían llegado a un punto de expresar el amor en los pequeños detalles y en expresiones sinceras. Todo ello me llevó a pensar que el amor es realmente mágico.
Y en esa magia tan bella, siento que la vida amorosa es un encuentro de dos sueños, de dos personas (Tendlarz, 2006). Y digo sueños porque en él se aguardan diferentes deseos, en ¿cómo nos gustaría que fuera esa persona que nos ame?. Mientras divagamos en el mundo con aquella pregunta, sin pensarlo, aparece alguien que nos hace estremecer cada parte de nosotros. Es ahí que decimos estoy enamorado, y nuestro sueño se une con el de la otra persona.
Para adentrarnos más sobre la experiencia del amor, me gustaría citar unas pequeñas líneas del poema El enamorado de Borges (1977):
Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y los pesados mares que roen de la tierra los pilares. Debo fingir que hay otros. Es mentira. Sólo tú eres. Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura
En el primer párrafo, Borges nos lleva de manera impresionante a los sentires más intensos del amor, cuando escribe armas y pira de la epopeya, hace mención a los relatos trascendentales, a las grandes batallas que fueron escritas por los pueblos, y agrega antes de ello las palabras debo fingir, haciendo referencia a que él mismo trata de mentirse, pero al final el amor es un sentir incomparable, que no hay nada que se igual a esa experiencia, ni las grandes batallas. Y cuando florece el amor, brotan sentimientos sin límites, nos sentimos bañados de afectos (los pesados mares roen la tierra los pilares). Es entonces, que a veces al coincidir con una persona, nuestros ojos, nuestra mente, ubica a la persona en lo más alto de nuestro deseo, sentimos que aquella persona es alguien que habíamos esperado.
En el segundo párrafo, Borges nos describe el significado de la persona amada, y si nos percatamos, en ese párrafo acepta que todo lo anterior es mentira y que nada es más impresionante que la persona amada. Y agrega las palabras tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura, en donde siente que aquella persona es ese algo que le faltaba para estar completo, para ser feliz. En ciertas ocasiones, consideramos a la persona como el complemento que necesitamos, como alguien que nos llena, y por lo tanto, mediante el amor, nos unimos a esa persona, nuestra individualidad se deja de lado para vivir un nosotros.
Des – tiempo…
Él pensaba que todo iba bien en su relación, hasta que un día ella dijo que necesitaba tiempo para pensar. A pesar de que él intentó hablar y arreglar las cosas, ella simplemente desapareció sin dar explicaciones (Anónimo, 2022)
La palabra pareja proviene del latín parís, que significa igual. Lo que supone que una relación de pareja es un conjunto de dos, que son semejantes y que se complementan. Sin embargo, cada persona tiene su propio ritmo, su propia forma de ser, es ahí que las personas que forman una relación sienten de manera diferente, cada uno ama a su manera, ese es el des – tiempo (Bodrero, 2020). Por ello, las dos personas de una relación no llegan a sintonizar en una misma frecuencia, a veces se trata una y otra vez, pero al final resulta más el deseo de uno de ellos.
En este punto me gustaría adentrarme sobre la infidelidad, un acto que convoca sentimientos sensibles y diferentes modos de apreciar. Por un lado, la infidelidad se remite a la dinámica del amor y el deseo (Lander, 2014). La persona busca en el otro aquella necesidad de afecto o la necesidad de complacer algo. A veces se anuda lo sentimental con la atracción y a veces solo uno de ellos. Por otra parte, se encuentra la mirada de la infidelidad como ser infiel a uno mismo, ya que el amor es comprendido como hacer parte de uno a la persona amada, por eso hay sentimientos de pertenencia y unión, y el acto de infidelidad pone en juego a mi persona, en donde también está mi pareja (Méndez, 2015).
Y respecto a la persona afectada por la infidelidad, expresa sentimientos desgarradores de humillación y traición, un miedo a ser desplazado, a perder el amor de aquella persona. Se sumerge en estados de abandono y a enfrentarse a sí mismo y a su soledad. En cuanto a la persona atribuida como amante, inicialmente se supone que es la chispa de la pasión, de lo prohibido y a veces como el espacio de un olvido ante una realidad dolorosa. No obstante, aquella persona demanda su necesidad de hacerse amar, de buscar un sostén en alguien y sufre al no tener por completo aquello que desea.
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