Por Claudia Armas
Ir a terapia es un acto valiente. ¿Por qué? Porque significa reconocer y aceptar que hay algo en nosotros que no está funcionando del todo bien, que nos afecta y que necesitamos darle su tiempo y espacio para poder pensarlo.
Hemos escuchado la frase “los humanos somos seres imperfectos” probablemente muchas veces, pero verse a uno mismo como alguien poseedor de muchos errores y desaciertos es realmente difícil.
Solemos pensar que hacemos las cosas bien y que nuestra manera de pensar, interpretar, creer, soñar, querer, hacer y sentir está bien y es la correcta, pero no consideramos que en muchas ocasiones tal vez no lo es, que tal vez no somos perfectos. Y es aquí cuand llegamos a una encrucijada, de no poder entender a los demás desde nuestra perspectiva. De vernos como personas no 100% perfectas o buenas o saludables o sanas. Nos vamos dando cuenta que también tenemos esa capacidad de poder hacer daño, de lastimar, de imponernos, de cerrarnos en nuestra perspectiva o por el contrario, de ser complacientes, de sufrir, de tener miedo, de tener pánico, de sentir que nos abandonan, de que tal vez no somos suficientes o que hay algo mal con nosotros.
Sin querer, llegamos al punto de no saber qué más hacer para sentirnos bien si supuestamente ¡ya lo hemos intentado todo!, hemos intentado conversar, dialogar, ponernos en el lugar del otro, tener más paciencia, no imponer nuestras ideas, escuchar más, etc. Entonces, ¿por qué será que después de haber intentado de todo no podemos cambiar y se nos hace tan difícil algunas veces? ¿por qué nos sentiremos en una especie de espiral que va hacia abajo con mucha confusión, mucha tristeza y también mucho enojo?. Es de valientes ir a terapia. Porque es tener el coraje de pedir ayuda y aceptar que hay cosas que nosotros solos no podemos resolver así lo deseemos con todas nuestras ganas.
Y llegamos a la terapia.. ¿qué hago? ¿qué digo? ¿por qué mi terapeuta se queda en silencio? ¿no me debería preguntar algo? ¿por qué me siento tan mal al entrar a sesión y salgo sintiendo que me he quitado cierto peso de encima? ¿será que ya veo las cosas diferente? ¿debería llorar? “mejor no porque me da vergüenza”. ¡Uf, cuántas preguntas! sin mucha respuesta diría yo porque el punto de ir a terapia es explorar, con naturalidad, nuestras propias profundidades que nos han llevado a sentirnos en este espiral que ha encendido una alerta de ¡¡algo no anda bien!!.. y tal vez poco a poco nos demos cuenta de que aquello que no está tan bien viene desde mucho antes de lo que creemos, y nos animemos a vernos con más compasión, ternura, cariño, aceptación, respeto y mucha pero mucha paciencia. Tal vez esto último, la paciencia, nos haga darnos cuenta que para una siguiente vez no hace falta el espiral para trabajar en nosotros mismo.
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