Por: Francesco Lavarello
Ser adolescente en la actualidad es sinónimo de rebeldía, fuerza vital, pre-adulto y tomar responsabilidades. Sin embargo, podríamos tener en cuenta que tener un hijo adolescente en la familia es también incluir la palabra “transición” de ser un niño a un adulto. En esta época de cambios corporales y psicológicos surgen dificultades en la comunicación con los padres. Esto último es debido a que los adolescentes son influenciados por grupos integrados de pares de la misma edad y tratan de diferenciarse de sus padres para poder crear su propia visión sobre el mundo.
Antes, en la niñez, toda imagen del mundo era filtrada por sus padres, ahora son ellos mismo quienes lo descubren por sus propias capacidades. Entonces la información procesada por ellos difiere de la de sus padres, es ahí donde no se coincide un diálogo abierto sin juicios entre el padre y el hijo.
Por consiguiente, se propone al padre y madre de hijos adolescentes, los cuatro pasos para un diálogo vigoroso para dar continuidad a una relación de confianza y honestidad a pesar de las dificultades. Este modelo de comunicación tiene como objetivo separar la observación de la evaluación, es decir, en lugar de juzgar algún hecho, seamos capaces de reemplazar por una observación empática.
En el 1er paso está la Observación, donde el padre deberá percatarse los detalles de la situación limitándose a juicios o pensamientos sobre ellos ante los hechos. Reconociendo la causa del actuar y su efecto en el hijo o en él mismo.
En el 2do paso están los Sentimientos, donde el padre deberá reconocer las emociones y sentimientos que afloran no solo en él sino también en su hijo para poder comprenderlo. Después expresarlo desde primera persona como por ejemplo: “Yo me siento…”.
En el 3er paso esta la Necesidad, donde el padre al observar los hechos analíticamente sin juicios de valor para luego reconocer los sentimientos de él mismo y de su hijo, recurrirá a algo faltante para que la situación pueda gestionarse mejor.
En el 4to paso está la Petición, donde siendo lo último paso se reconoce satisfacer esa necesidad que aflora en el padre ante algún comentario del hijo. Aquí un ejemplo de cómo comunicarse por medio del juicio y la amenaza: “Siempre que llego a casa me encuentro tu ropa tirada en el suelo. Recógela inmediatamente o si no te quedarás sin el móvil celular hasta mañana.” Se podría cambiar por esta: “Hija, al llegar a casa lo que encuentro en tu cuarto o en la sala es tu ropa en el suelo. ¿Podrías explicarme por qué? (observación). Comprendo que tú también debes estar cansada de haber estado estudiando en el colegio, pero yo también me siento agotada de haber estado trabajando (sentimientos). Al llegar a casa encontrar alivio con tranquilidad en el orden, y la ropa en el suelo no me ayuda (necesidad). ¿Estarías dispuesta para recoger tu ropa y ordenarla? (Petición).
Referencias
Dolto, F. (1992). La causa de los adolescentes. México: Seix Barral.
Rosenberg, M. (2010). Comunicación No Violenta. Un lenguaje de vida. Buenos Aires: Gran Aldea Editores.
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